Este lugar pretende ser un caótico baúl sumergido en el océano del secreto. Una bitácora donde se encuentren todos los temas estremecedores del corazón humano. Esas sensaciones perturbadoras de vulnerabilidad ante lo desconocido, ya provenga del mundo invisible, los vacíos cósmicos, o los abismos de deseos prohibidos ocultos, cuyas hebras se tejen en nuestra propia alma. Desde que experimentó por primera vez esas sensaciones, el hombre ha intentado plasmarlas de forma artística para poder conjurarlas y salvarse de su propio miedo. Lo que vas a encontrar al abrir la tapa no es para todos los gustos, por eso se guarda en un arcón de la mente. Por lo tanto... Pasad libremente, y por vuestro propio pie... Tomad asiento y disfrutad de una poética del horror.

martes, 26 de junio de 2012

GOLEM

Desde hace tiempo tengo un sueño recurrente…
Una mujer me visita por las noches, entrando por la ventana mediante la luz de la luna. Yo estoy inmóvil en mi cama profunda. Sólo puedo girar la cabeza y ver sus ojos fijos en mis pupilas. No recuerdo su color, sólo que son rasgadas como las de un arlequín. Quizá esté desnuda. Me habla despacio, pero no la entiendo porque nunca entendí lenguaje alguno. Se posa a horcajadas sobre mi pecho. Me impide respirar. Me cuelga de una pierna sobre una piedra que parece un charco de grasa. La última noche, me mostró a una niña con la lengua cortada. Era sábado. El día de los gatos. El día que puede pasar cualquier cosa pero nunca pasa nada, porque la gente lo malgasta rezando a sus ilusiones. Quise gritar, pero vomité. Vomité un sueño sobre un hombre que sueña ser mariposa y se caía en la calle resbalando en un charco. Todos los días hombres y mujeres se precipitan sobre las calles.
Creamos nuestro propio golem.
Mi golem es una mujer que no existiría jamás salvo en un sueño recurrente. Tiene los ojos de arlequín de todas las mujeres que he amado o me han amado. Viene a mi, desnuda como la soledad, aunque no puedo verla desnuda. Se que volverá, porque mi creación se ha rebelado. Me enseña una niña que yo no he decidido, clava a horcajadas las uñas en mi pecho, hace de mi sangre una cama profunda, me arranca la lengua de un mordisco. El golem, sobre las séfiras que recorren el camino de la vida en el texto prestado con sonrisa inocente. El golem, sobre las séfiras que recorren el camino de la muerte entre deseo de la mariposa y la mirada del gato. Me arrebata la respiración rebuscando entre la grasa. Asesina ilusiones todos los sábados mediante la luz de la luna. Busca una habitación evitada y sin puertas a la que se accede colgándose de una pierna, vomitando, resbalando sobre una piedra semejante a un charco. Cada noche, en silencio, giro la cabeza y espero el regreso de sus pupilas rasgadas, mordiéndome la lengua. Yo estoy inmóvil en mi cama profunda. Intento soñar con ella pero sueño que me precipito sobre las calles.
Un sueño recurrente que tengo desde hace tiempo…